jueves, 31 de enero de 2008

O, sí

O, sí
viviendo entre chabolas
te odio, no me molas
mis piernas se pasean
por montones de carroña,
cigüeña, la dueña
de nuestra gran pocilga,
me rasco la barriga.
O, sí
las casas que construyen
los pobres,
hombres, costumbres,
calambres, el hambre.
O, sí
que tienen un destino,
muy fino,
las casuchas del río,
oscuridad, basura,
el fin que se aproxima.
O, sí
pegaron la paliza,
brutales policías,
con las porras de la muerte,
de infierno, las manillas.
O, sí
viviendo entre chabolas
te odio, no me molas
pero aquí yo he nacido
tal vez sea un descuido.
O, sí

Crescendo


martes, 22 de enero de 2008

La boda del alguacil

La música aguda y melodiosa inundaba la iglesia, una felicidad contenida se palpaba en el ambiente. La boda del alguacil del pueblo, don Ignacio, transcurría con normalidad. Un temblor sacudía la iglesia, el órgano tocaba con intensidad innata. Los invitados situados en los extremos del edificio se removieron, inquietos, el temblor no era a causa de la emoción, era real. Un polvo marrón empezaba a manchar el vestido de los invitados. Un grito alarmó la sala, del techo ya no sólo caía polvo, sino piedras. El órgano paró de tocar. La cúpula se caía a pedazos. El cura corría hacia la puerta y todos los invitados gritaban. Un enrome arco que sujetaba una bóveda se vino abajo. Del órgano salieron algunas disonancias provocadas por las piedras al impactar con su teclado. Don Ignacio buscaba su esposa entre las ruinas. Las piedras impactaban contra el suelo. Los rayos de sol se filtraban por las grietas haciendo aún más visible el polvo que se paseaba por el ambiente. Ignacio tosía por el polvo marrón. Miró su lujoso traje que ahora no era más que una zarrapastrosa prenda de mendigo. Oyó un grito acallado por un gran estrépito, el segundo arco se venía abajo. Las vidrieras saltaban golpeándole y rasgándole el traje. Oyó otro grito detrás suyo. Era una figura difuminada por el polvo, reconoció a su esposa, protegiéndose con el miriñaque de su vestido de los impactos que recibía. Una piedra le golpeó la cabeza y perdió el conocimiento…

lunes, 21 de enero de 2008

Sir Draco

Una flecha incendiada surcó el cielo, era la señal para que las veinte patrullas partieran a la búsqueda del Último Dragón.
Darga la había visto, lanzó un gruñido pero enseguida se volvió a concentrar en su presa.

Sir Draco dirigía a sus hombres por el bosque, tenía un aspecto desechable a causa de su poca higiene, los pocos dientes de su boca al sonreír eran visibles entre una maraña de barba negra. A pesar de su sucio aspecto era un aristócrata con casi más poder material que un rey. Su voz imperativa en la guerra se volvía algo más dulce cuando trataba con sus doncellas. Siempre había querido ser alquimista, como Mordic y siempre que podía le fastidiaba. Sabía que Mordic tenía una cría y se planteaba hacer oro con ella. Sabía que debía matar a la dragona… lo sabía…

domingo, 13 de enero de 2008

La orden del rey

«¿Dónde está mi hijo?» —pensaba la dragona. «Mis cinco compañeros han muerto y yo estoy sola, mi cría está en manos de esos desgraciados. ¡A l menos sé dónde está! » Una piedra cayó del techo de su cueva. Darga, la dragona se puso en guardia. Tenía hambre así que salió a cazar.

—¡Quiero ver el último dragón muerto, destruyó mi mejor ballesta! Veinte patrullas de cincuenta soldados irán en busca del maldito dragón, no volverán a ser pobres aquellos que lo encuentren, lo capturen y lo traigan ante mi presencia—. Un murmullo recorrió, como un calambre, la Sala Sellada; los mayores generales del ejercito temblaban ante tener que enfrentarse a una bestia tan feroz, pero temían aún más la ira del rey Franduque.

La biblioteca del monasterio estaba vacía, Mordic se paseaba entre los libros observando todos los tomos de aquella pequeña estantería, solo había un libro que le interesara, solo había en la biblioteca un raquítico libro de dragones.

Continuará

Adivinanza

LARGAS MANOS
ALADAS, SON LAS MÍAS

Intento despistarte;
No te miento, te confundo
Como un mercarder lo haría.
Otras personas me miran,
Hechas sus barcas de letras
Entre un mar de preguntas
¡Rápido! Fugaz mirada.
En este mundo me confundo;
Nadie me ve, todos me miran
Como si fuera un interrogante al cual
Intentan descifrar.
¿A qué no sabes qué soy?

lunes, 7 de enero de 2008

Diario de una empusa pennata IV

21 DE JULIO

Hay un extraño objeto delante de mí. Es rojo, está hueco, como una cueva. ¿Qué será? Pone algo… “patatas fritas caseras, al punto de sal” ¿Fritas, qué quiere decir eso, humm, déjame pensar…? Solo conozco la expresión… la expresión estar frito, no me gusta nada, pero a pesar de ello voy a entrar a ver qué hay ahí dentro.
-Uy, uy, que alguien me salve…-dije: unas paredes color metálico, como un espejo deformado y resbaladizo se extendía hasta el fondo de la cueva, si es que lo era.
Vacilé, esto no tenía buena espina, me giré para contemplar la salida. Suponía que vería los rayos de sol reflejados en aquella extraña materia… y lo vi… Pero no vi lo que más me interesaba ver… ¡La salida no estaba allí…! Y en ese momento, si se puede decir así, me desmayé.
Cuando desperté me vi reflejado, estaba tambaleándome y andando… ¿Yo tambaleándome y andando…? No podía ser. Estaba estirado… en aquel suelo metálico.
De golpe algo se me tiró encima. Me inmovilizó… Y me gritó bien fuerte con una voz alegre:
-Por dios… ¡Que flojito que estás! ¡Soy Rosta la Vencedora!
-¡Ro… Rosta… pensaba que estab…
-Pues no lo estoy.-me interrumpió. Hecho a reír junto a mí.

Así, feliz temporalmente, acabó el día… ¿¡Vaya día ¡?

22 DE JULIO

Seguimos en esta bolsa sucia de…
-“Patas fritas braseras, un mundo de mal.”
-Vaya, ahora te da por ironizar, Rosta…
-“Tata Frida Moseras, asunto de Sam.”
-¿Asunto de Sam, de que me estás hablando?
-Nada, hago juegos de palabras con “patas fritas caseras, al punto de sal”. Así mato el aburrimiento, de momento no quiero salir de aquí, todavía estoy haciendo la digestión de la mosca que me comí ayer… OOOOOAIIIII…-bostezó Rosta.

-¡Salgo… yo salgo!-bramó Rosta
-Rosta, te dije que esto es un infierno, pero me doy cuenta que digerir la última mosca que cacé es mucho más divertido… OOOOOAIIIII…-le contesté en tono burleta a Rosta, que se subía por las paredes de… lo que sea…
El «toc, toc» de las patas prensoras de Rosta llenaba el ambiente de ruido, ¿¡Hasta que ceso?!
-Rosta, ¡¡Has encontrado la salida!!-milagro, qué feliz que estaba.
-Sí.-contestó Rosta con una mariquita en la boca.
-¡Glotona!- y nos echamos a reír.
-¡Aaaaaaaaaaadiós!-se oyó una voz aguda, brillante, juguetona. Era Gabriel. Reímos todavía más fuerte.

sábado, 5 de enero de 2008

Regeneración

Los insectos hoja, como muchos otros insectos, pierden alguna pata. He observado que, al igual que las lagartijas, pueden regenerarla. El proceso es el siguiente: la primera muda después de haber perdido una pata, esta se regenera apareciendo muy pequeña e inútil; en la segunda muda después de la pérdida, la pata crece un poco y se vuelve útil aunque todavía no tiene el tamaño de las otras. Supongo (aunque no lo sé) que la pata se regenerará completamente en la tercera muda. Antes no conocía ninguna especie de insecto que tuviese tal capacidad para regenerar una extremidad.
Fijaos en la pata izquierda del phyllium sp. de la fotografía, observaréis que es más pequeña que la derecha, es una pata en proceso de regeneración.