jueves, 20 de marzo de 2008

Tranvías


Surcando las vías los tranvías parecen pequeñas barcas a la deriva. Desde dentro te sientes como en un barco, rodeado de madera y de las incesantes sacudidas. El conductor controla la velocidad del artilugio con una especie de palanca y un marcador antiguo. Prácticamente no tienen luz artificial sino grandes ventanales. El chirriar de la madera y el monótono traginar de las ruedas le ponen un toque musical al paseo. Los cómodos asientos de cuero permiten que vayan sentadas 20 personas por 38 que van de pie, para su "reducido" tamaño 58 personas es una buena cifra. La perspectiva desde la cabina del conductor es rara e impresiona si no estás acostumbrado.
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