lunes, 7 de enero de 2008

Diario de una empusa pennata IV

21 DE JULIO

Hay un extraño objeto delante de mí. Es rojo, está hueco, como una cueva. ¿Qué será? Pone algo… “patatas fritas caseras, al punto de sal” ¿Fritas, qué quiere decir eso, humm, déjame pensar…? Solo conozco la expresión… la expresión estar frito, no me gusta nada, pero a pesar de ello voy a entrar a ver qué hay ahí dentro.
-Uy, uy, que alguien me salve…-dije: unas paredes color metálico, como un espejo deformado y resbaladizo se extendía hasta el fondo de la cueva, si es que lo era.
Vacilé, esto no tenía buena espina, me giré para contemplar la salida. Suponía que vería los rayos de sol reflejados en aquella extraña materia… y lo vi… Pero no vi lo que más me interesaba ver… ¡La salida no estaba allí…! Y en ese momento, si se puede decir así, me desmayé.
Cuando desperté me vi reflejado, estaba tambaleándome y andando… ¿Yo tambaleándome y andando…? No podía ser. Estaba estirado… en aquel suelo metálico.
De golpe algo se me tiró encima. Me inmovilizó… Y me gritó bien fuerte con una voz alegre:
-Por dios… ¡Que flojito que estás! ¡Soy Rosta la Vencedora!
-¡Ro… Rosta… pensaba que estab…
-Pues no lo estoy.-me interrumpió. Hecho a reír junto a mí.

Así, feliz temporalmente, acabó el día… ¿¡Vaya día ¡?

22 DE JULIO

Seguimos en esta bolsa sucia de…
-“Patas fritas braseras, un mundo de mal.”
-Vaya, ahora te da por ironizar, Rosta…
-“Tata Frida Moseras, asunto de Sam.”
-¿Asunto de Sam, de que me estás hablando?
-Nada, hago juegos de palabras con “patas fritas caseras, al punto de sal”. Así mato el aburrimiento, de momento no quiero salir de aquí, todavía estoy haciendo la digestión de la mosca que me comí ayer… OOOOOAIIIII…-bostezó Rosta.

-¡Salgo… yo salgo!-bramó Rosta
-Rosta, te dije que esto es un infierno, pero me doy cuenta que digerir la última mosca que cacé es mucho más divertido… OOOOOAIIIII…-le contesté en tono burleta a Rosta, que se subía por las paredes de… lo que sea…
El «toc, toc» de las patas prensoras de Rosta llenaba el ambiente de ruido, ¿¡Hasta que ceso?!
-Rosta, ¡¡Has encontrado la salida!!-milagro, qué feliz que estaba.
-Sí.-contestó Rosta con una mariquita en la boca.
-¡Glotona!- y nos echamos a reír.
-¡Aaaaaaaaaaadiós!-se oyó una voz aguda, brillante, juguetona. Era Gabriel. Reímos todavía más fuerte.

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