lunes, 31 de diciembre de 2007

Dragones

Las tierras del rey Franduque estaban siendo atacadas por seis bestias de aspecto siniestro. Seis gotas de sangre en el cielo azul. Campesinos bramaban y protegían a sus familias de aquellas lenguas de fuego naranja que salían de la boca de las bestias. Las ballestas, preparadas entre las almenas del castillo Franduque, lanzaban proyectiles incendiados contra los dragones.
Desde su pequeña choza, Mordic, el alquimista, lo observaba con un invento llamado vistalejos, compuesto por un tubo de madera y setenta y siete lentillas. Entre esos dragones, había una hembra con su cría; de pequeño siermpre había querido un dragón.
Cogió un arco y una flecha y disparó.
Dos de los dragones habían sucumbido bajo los proyectiles, sus cuerpos inhertes, llameantes, caían al suelo entre los gritos de los campesionos que reían y clavaban lanzas en sus cuerpos.
La flecha atravesó la mano con la que sujetaba a su hijo. La madre soltó al hijo a causa del dolor y el dragoncito caía, caía...
¡Flopp! En los brazos del alquimista cayó el dragoncito.
Continuará...

sábado, 22 de diciembre de 2007

Insectos hoja


Los phyllium sp. se están haciendo grandes aunque todavía no tienen la madurez sexual. Algunas de las últimas crías han nacido con un problema grave, las patas traseras se les quedan enganchadas al huevo. Por mucho que intente sacarlas, quedan inmovilizadas y el insecto muere. Creo que es debido a la falta de humedad.Los otros están muy bien; los tengo alojados en un gran recipiente de tela mosquitera.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Diario de una empusa pennata III



13 DE JULIO
Durante estos días no ha pasado nada importante. Los tres hemos comido mucho: desde mariquitas hasta moscas. Rosta y yo hemos mudado con diferencia de un día.
Rosta el 11 de julio y yo el 10.
-Me aburro -suspiró Rosta-, voy a explorar territorios…
-¡Te acompaño! -dijo Gabriel.
-Bien, pues vamos.

Estaba cansado, somnoliento, agotado; había gastado mucha energía durante esos últimos días pese a la muda y por eso mismo…
-¡Mira ese matorral, es verde brillante! -dijo con voz excitada Rosta.
Bien, ya estamos (para entusiasmo de Rosta, y fatiga mía) en ese hermoso matorral: mariposas por todos lados, no había sido tan mala idea viajar un poco.
-Una pregunta -dijo con tono nervioso Gabriel-. ¿Eso que está al acecho entre esos dos trozos de caña es una araña?
-S…i… -respondió Rosta. Empieza la cacería: Gabriel pega un brinco bestial, Rosta y yo nos ponemos en posición amenazadora, la araña se abalanzaba sobre nosotros, Rosta atacó la araña por el lado izquierdo, yo por el derecho, la araña nos doblaba en fuerzas, necesitábamos a Gabriel.
Gabriel ya estaba lejos, muy lejos…
Nosotros seguíamos forcejeando con la araña, que nos intentaba morder como fuera. La araña, de un fuerte movimiento de patas se quitó de encima a Rosta. Cogí de una pata a la araña para impedir que se abalanzara sobre Rosta, la araña se volvió contra mí y me mordió una pata; intenté huir, pero a pesar de que lo conseguí me arrancó una parte de mi pata. La araña corrió, rápida como un rayo, hacia mí, no me podía defender, pero... ¡la araña voló! ¡Era una mantis! ¡Le debo la vida a una mantis! Nunca lo habría dicho. La mantis se comió tranquilamente la araña mientras yo me alejaba con sigilo. ¿Dónde estarían Rosta y Gabriel?
La pata me hacía daño, pero a pesar de eso seguí caminando: quería encontrar a Rosta y Gabriel lo antes posible.
-Rosta… Gabriel… Hola, soy yo.

Vi que algo se movía en el matorral. Decidí ir a investigar. Ese “algo” huyó de mí, corría mucho, pero lo seguí. Ese “algo” se paró, ya no lo vi más; donde se había parado… Allí estaba Gabriel, cantando hasta que…:
-¡Aaaaaaaaaaadiós!-se oyó una voz aguda, brillante, juguetona.
- ¿Mande?-imité por segunda vez a Gabriel. Los dos nos quedamos en el suelo, sumidos en nuestros pensamientos durante toda la noche.

16 DE JULIO
Rosta estaba sola. Se comía una mosca mientras pensaba en sus compañeros. Llevaba muchos días buscando, pero no encontraba ni a Gabriel ni a… a… no sabía cómo se llamaba… su mejor amigo. Eso la irritó tanto que sintió que ya no era Rosta, si no Rosa…
Gabriel y yo buscábamos a Rosta. No aparecía.

20 DE JULIO
-Roooooooostaaaaaaaa… -grité junto a Gabriel, ¿donde estaría?
-Debe estar muerta, se la deben haber comido… -un silencio interrumpió a Gabriel.- Has de aceptarlo.
-Lo sé, Gabriel, lo sé… -estaba demasiado triste; notaba que nunca volvería a reír en mi vida.
-Te he de dejar. Esta noche mudo y me voy a aparear…
Gabriel se fue aquella noche. Me quedé solo.

Cuando se sienten amenazadas...

Las larvas de mantis (mantis que no son adultas), cuando se sienten amenazadas pueden actuar de las tres maneras siguientes:
-huyendo del depredador dando saltos
-haciéndose las muertas, para que el depredador se piense que están muertas y no las ataque
-o bien exhibiendo unos colores llamativos situados en las patas posteriores y el abdomen para “asustar” al depredador.



lunes, 17 de diciembre de 2007

Ocho ojos negros

Ocho ojos negros, llenos de malicia, observan desde el techo, un movimiento furtivo. El corpachón negro, peludo, de patas largas, avanza tambaleándose sobre un hilo putrefacto.
La mosca observa su alrededor. No hay peligro. Su cuerpecito menudo, negro, con alas, no corre peligro.
Ocho ojos negros, llenos de malicia, calculan una distancia. Les llama la atención los ojos inocentes de la presa. Se acerca. Avanza más y más.
La mosca siente un fuerte hedor detrás suyo. Se queda quieta. Se gira. Mira y ve, con sus ojos rojos, ocho ojos negros...
Ocho patas negras, contentas, abrazan la presa. Dos colmillos, llenos de veneno, se hunden en un pequeño cuerpo.
Horas después, la mosca ya no piensa, y el intestino de los ojos, tabaja
.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Diario de una empusa pennata 2

Aquí viene un pequño capítulo de Diario de una empusa pennata:
6 DE JULIO
Alguien se me ha tirado encima. Hemos tenido una batalla impactante, pero al final mi contrincante me ha conseguido inmovilizar y me ha gritado:
-Por dios… Qué flojito que estás. Soy Rosta la Vencedora, je, je, je… Venía a avisarte de que en la zona donde vas a cazar hay una hembra gigante de mantis religiosa, no es que esté en muy buen estado, pero es una hembra bamboleante, me quedé…
-Te refieres a la que está detrás nuestro…-interrumpí.
-Exacto…-me contestó Rosta. Un segundo después estábamos saltando entre la vegetación. Observamos a la Mantis. El miedo brotó por nuestras patas, estaba comiéndose a una pequeña ameles spallanzania.
Durante la noche tuvimos que escapar varias veces de la Mantis.

7 DE JULIO
-No es adulta-susurró Rosta.
-Pues es enorme. ¡Imagínate a una mantis adulta...!-respondí.
-¡Aaaaaaaaaaadiós!-se oyó una voz aguda, brillante, juguetona.
-¿Mande?-respondí con una voz aguda y timbrante, intentando imitar el peculiar sonido que nos había extrañado tanto. Al darme la vuelta –a parte de ver a Rosta muerta de risa— vi a un… ¿Qué…?
-Soy una geomantis larvoides macho. Gabriel es mi nombre ¿y me encuentro delante de… un… dos rinocerontes!-dijo alucinando Gabriel. Rosta, ya seria, me susurró al oído:
-¿Le digo a la Mantis que se lo coma o me lo como yo misma?
-Mira que tienes mala gaita eh, Rosta…
-¡Lo que tengo delante no son rinocerontes…!
-Eso está mejor-dijo Rosta.
-¡¡… son dos jirafas!!-alucinó Gabriel.
-Te ayudo a comértelo.-dije, pero Rosta no me escuchaba:
-¡Estúpido, te voy a hacer añicos!-Rosta ya estaba encima de Gabriel; me costó un rato separarlos…

8 DE JULIO
Llueve. Una lluvia fina pero duradera. Paró, por fin paró de llover.
-Estamos rodeados por un riachuelo —murmuró Rosta.
-Me gustaría hablar a solas con Gabriel, Rosta. De paso podríamos mirar donde está la Mantis.
-De acuerdo…—y me susurro al oído— porqué como me venga que somos jirafas me lo como con una mosca frita.
-Gabriel, vamos a mirar dónde está la Mantis —grité.
-¡El riachuelo es enorme!... Y si por eso la Mantis está delante tuyo.
-Es… —empecé.
-…verdad —continuó Rosta. La Mantis atacó, salté encima suyo e intenté cogerla por la
cabeza… No me prestó atención: había tirado a Gabriel al riachuelo. Rosta estaba en posición amenazadora, salté de la Mantis y me reuní con ella; no había rastro de Gabriel.
-Jeeeeeeeeeeeee… —habló la Mantis— Estaba impaciente para comer empusas... Siiií: estaba impaciente —revoloteó una mosca—: Rosta y yo teníamos hambre.
-Os dejaré que engordéis… Pero el riachuelo os impedirá escapar —la Mantis ya no estaba. Rosta ya se estaba comiendo una mosca cuando oímos:
-¡Aaaaaaaaaaadiós! —se oyó una voz aguda, brillante, juguetona.
-¡Gabriel! —contestamos al unísono Rosta y yo.
-Mis jirafitas, ¡dios mío! ¡No os engulló la tragona de la Mantis —se nos acercó.
-la Mantis muda hoy, je, je, podemos comérnosla mientras hace la muda: esta noche.
-Gabriel, ¿cuántas mudas te quedan para llegar a la edad adulta? —preguntó Rosta.
-¡Aaaaaaaaaaadiós! Dos, supongo. Julio… agosto… Sí, eso, espera, no, sí…Claro que…
-Entiendo… Mira esa mosca. ¡Ñam!

NOCHE DEL 8 DE JULIO
-Ssssssh-siseó Rosta. La Mantis había empezado a mudar, pero todavía se podía defender. Está llegando…
-¡Ya! ¡Al ataque! —bramó Gabriel. Nos abalanzamos contra la Mantis; estaba indefensa.
A las mantis nos gusta cazar la presa y comérnosla viva, eso de cazar una presa en grupo era algo excepcional. La Mantis intentaba defenderse, lo hacía con más agilidad de lo que pensábamos, pero pronto quedó exhausta. Empezamos a comérnosla: estaba deliciosa, no paramos hasta que estuvimos llenos.

Un gato en la gasolinera

Volviendo de Llançà, paramos en una gasolinera. Había un gato gris con los ojos azules como el cielo de agosto. Mientras mi padre reponía gasolina, me acerqué al gato. Me miró, contemplé sus bellos ojos, acto seguido, bajó la mirada y bostezó profundamente. Unos colmillos blancos aparecieron en su boca. Se levantó y, maullando bajito, se frotó contra mis piernas dándome vueltas. Cuando me fui del lugar para entrar al coche se sentó y se lamió la pata. Entonces me marché.
Recordaré a esos ojos azules durante mucho tiempo.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Una pseudocrobroter ninfa

Cuando obtuve pseudocrobroters, apenas debían tener un mes, intenté alojarlas juntas pero me di cuenta de que era una especie muy agresiva. ¿Cómo las alojaría?, eran seis mantis. Entonces me vinieron a la memoria los textos que había leído sobre mantis que proponían guardarlas en botes de plástico, cilíndricos, con una gasa sujetada por una goma en la parte superior. Así alojé a mis mantis, con un palito dentro del terrario como decoración.