viernes, 21 de diciembre de 2007

Diario de una empusa pennata III



13 DE JULIO
Durante estos días no ha pasado nada importante. Los tres hemos comido mucho: desde mariquitas hasta moscas. Rosta y yo hemos mudado con diferencia de un día.
Rosta el 11 de julio y yo el 10.
-Me aburro -suspiró Rosta-, voy a explorar territorios…
-¡Te acompaño! -dijo Gabriel.
-Bien, pues vamos.

Estaba cansado, somnoliento, agotado; había gastado mucha energía durante esos últimos días pese a la muda y por eso mismo…
-¡Mira ese matorral, es verde brillante! -dijo con voz excitada Rosta.
Bien, ya estamos (para entusiasmo de Rosta, y fatiga mía) en ese hermoso matorral: mariposas por todos lados, no había sido tan mala idea viajar un poco.
-Una pregunta -dijo con tono nervioso Gabriel-. ¿Eso que está al acecho entre esos dos trozos de caña es una araña?
-S…i… -respondió Rosta. Empieza la cacería: Gabriel pega un brinco bestial, Rosta y yo nos ponemos en posición amenazadora, la araña se abalanzaba sobre nosotros, Rosta atacó la araña por el lado izquierdo, yo por el derecho, la araña nos doblaba en fuerzas, necesitábamos a Gabriel.
Gabriel ya estaba lejos, muy lejos…
Nosotros seguíamos forcejeando con la araña, que nos intentaba morder como fuera. La araña, de un fuerte movimiento de patas se quitó de encima a Rosta. Cogí de una pata a la araña para impedir que se abalanzara sobre Rosta, la araña se volvió contra mí y me mordió una pata; intenté huir, pero a pesar de que lo conseguí me arrancó una parte de mi pata. La araña corrió, rápida como un rayo, hacia mí, no me podía defender, pero... ¡la araña voló! ¡Era una mantis! ¡Le debo la vida a una mantis! Nunca lo habría dicho. La mantis se comió tranquilamente la araña mientras yo me alejaba con sigilo. ¿Dónde estarían Rosta y Gabriel?
La pata me hacía daño, pero a pesar de eso seguí caminando: quería encontrar a Rosta y Gabriel lo antes posible.
-Rosta… Gabriel… Hola, soy yo.

Vi que algo se movía en el matorral. Decidí ir a investigar. Ese “algo” huyó de mí, corría mucho, pero lo seguí. Ese “algo” se paró, ya no lo vi más; donde se había parado… Allí estaba Gabriel, cantando hasta que…:
-¡Aaaaaaaaaaadiós!-se oyó una voz aguda, brillante, juguetona.
- ¿Mande?-imité por segunda vez a Gabriel. Los dos nos quedamos en el suelo, sumidos en nuestros pensamientos durante toda la noche.

16 DE JULIO
Rosta estaba sola. Se comía una mosca mientras pensaba en sus compañeros. Llevaba muchos días buscando, pero no encontraba ni a Gabriel ni a… a… no sabía cómo se llamaba… su mejor amigo. Eso la irritó tanto que sintió que ya no era Rosta, si no Rosa…
Gabriel y yo buscábamos a Rosta. No aparecía.

20 DE JULIO
-Roooooooostaaaaaaaa… -grité junto a Gabriel, ¿donde estaría?
-Debe estar muerta, se la deben haber comido… -un silencio interrumpió a Gabriel.- Has de aceptarlo.
-Lo sé, Gabriel, lo sé… -estaba demasiado triste; notaba que nunca volvería a reír en mi vida.
-Te he de dejar. Esta noche mudo y me voy a aparear…
Gabriel se fue aquella noche. Me quedé solo.

No hay comentarios: